martes, 13 de septiembre de 2011

Defendiendo nuestra lactancia materna prolongada

Hemos hablado sobre la lactancia prolongada las semanas precedentes. Sin embargo, habida cuenta de que, como decía, la duración de la lactancia humana naturalmente sería de entre dos años y medio y siete años, en la mayoría de las culturas, la lactancia, como el parto o la educación de los niños, ha sido un aspecto muy intervenido por costumbres o normas muchas veces basadas en prejuicios o necesidad de control sobre funciones muy privadas.

Hoy hablaremos de formas de defender nuestra lactancia prolongada.

Dicho esto, podemos entender mejor las presiones a las que se suelen enfrentar las madres que deciden no destetar hasta que su hijo lo desee y pasan el año o los dos años siguiendo con la lactancia. Son transgresoras en una de las sociedades que menos amamantan y por menos tiempo lo hacen en la Historia de la Humanidad.

Pues, aunque el proceso esté ahora cambiando y exista mayor conciencia del valor de la leche humana, también persisten muchas ideas erradas tanto sobre si la leche alimenta a partir de cierto momento o sobre que mamar más de cierto tiempo produce problemas emocionales en los niños, todo ello falso pero creido por muchas personas.

Sin embargo, el que la lactancia prolongada sea todavía una opción minoritaria aunque creciente, las mamás y también los papás se van a encontrar con comentarios muy dañinos y quizá necesiten estrategias para defenderse.

La ignorancia es atrevida

La ignorancia suele ser atrevida y desconsiderada. Que alguien, a quien no le incumbe nuestra crianza, se nos acerca y nos da un consejo sin fundamento alguno, es una falta de respeto que no deberíamos permitir, respondiendo sin agresividad pero con claridad.

Aunque estemos vulnerables, podremos controlarnos, parar la mala educación y la falta de consideración y, como mucho, ofrecerles información actualizada o, simplemente, poner una sonrisa vacía y luego seguir haciendo lo que os dé la gana.

A veces pienso que estamos en una época en el que el “yo opino” se ha convertido en una cómoda posición que permite sostener ideas sin fundamento alguno con la tranquilidad de no considerar necesario apoyarlas en dato alguno, estudio o trabajo personal. Como mucho, es sencillo apoyar la opinión en lo que es habitual, socialmente aceptado, como si eso diera peso a los argumentos.

Cuando alguien opine sobre la lactancia teniendo claras las razones que tenemos y la información que conocemos, podemos responder a la ignorancia atrevida con educación. Pero no creo que sea bueno dejar que nadie nos pise por evitar un disgusto, ni con la vecina, la suegra o con una amiga enteradilla que parece ofenderse cada vez que nosotras amamantamos.

Una cosa está clara, quien sepa sobre lactancia de verdad no atacará la lactancia prolongada. Normalmente los ataques y comentarios desafortunados nacen de la ignorancia, cierta envidia o prejuicios sin ningún fundamento.

Cuidado con la disonancia cognitiva

En temas de lactancia es muy acusado este efecto. “Yo creo que no puede ser bueno que un niño de 3/4/5 años tome la teta, eso no es normal”, es un comentario de lo más suavito que podemos escuchar. Un comentario que nace de la falta de información y conocimientos, sin duda alguna.

En realidad, poco le vale, normalmente, a esa persona que le expliquemos que su creencia no tiene base alguna, o que le demos datos científicos sobre la lactancia humana, su duración calculada o los mismos estudios que acepta la OMS sobre cómo se relaciona con mejor salud física o incluso mayor inteligencia. Todos esos estudios serán tonterías para ella.

Pero si damos razones fundadas por las que amamantar es más sano y produce beneficios psicológicos e intelctuales incluso, posiblemente el interlocutor perciba en nuestras razones un ataque, desencadenándose la incomprensión y hasta la ira. Que decidamos dar el pecho hasta el destete natural porque estamos convencidas de que es lo mejor para nuestro hijo no significa que quien no piense lo mismo o no sepa lo mismo o no pueda hacer lo mismo sea peor madre. Se trata de nuestras razones y decisiones, nada más. Pero no siempre conseguiremos transmitir esa idea claramente.

Cuestionar si nuestro entorno social, nuestras vivencias o nuestras decisiones son las mejores es una tarea muy dura. Enfrentarte a una idea que no estás preparado para asimilar puede producir que, en vez de entendernos, quien reciba información se sienta atacado. Entendamos que eso nos pasa también a nosotros. Hay que ser sutil y delicado, asertivo, pero repito, sin dejarnos pisar.

Realmente dar razones, emocionales, personales o científicas es algo que debemos valorar en cada ocasión. Las razones que tenemos para elegir una forma de crianza o la lactancia no son asunto de nadie. Ahora, si nos dicen que se va a quedar enmadrado o que nuestra leche ya no alimenta, pues podemos defender nuestra opción. Faltaría más. A veces callamos por no tener enfrentamientos, pero dejar claro que vamos a ser respetados es importante para mantener unas relaciones justas y sanas con nuestro entorno.

Provocar disonancia cognitiva, si no es una estrategia buscada, no suele ser el mejor sistema para conseguir la concordia en estas cuestiones, aunque, si lo que buscamos es que nos dejen por imposibles e intratables, funciona estupendamente.

Realmente no hay una fórmula segura para responder a los ataques a la lactancia materna prolongada, depende de nuestro carácter y de la persona que nos haga los comentarios, pero, en general, para defender nuestra posición siembre es mejor ser educado y firme, con información y seguridad, pero con la idea clara de que nadie tiene derecho a faltarnos al respeto ni debemos consentirlo desde el primer momento.

Así que también podemos usar otras estrategias para defender nuestra lactancia materna prolongada, dependiendo de la situación y del efecto deseado.

Oídos sordos

“Si de la teta no te puede salir ya nada“. Vale, si, también podemos poner cara de boba y decir “Si, si” mientras sigues amamantando lo mismo y da estupendos resultados.

Hay quien prefiere sacarse la teta y soltar un chorro de leche, una buena demostración de que se equivocan, pero lo de asentir como si hablaran del tiempo y seguir haciendo lo mismo es una manera de evitar confrontaciones y dar a entender lo poco que nos interesan esas opiniones. Hacer oídos sordos, como quien oye llover.

La verdad es que al final, resulta mucho más sencillo evitar la confrontación y no dar información a quien sabes de antemano que no la quiere oir. Lo de hacer oídos sordos puede funcionar si las personas que atacan nuestra lactancia no son muy insistentes o las tratamos poco, pero si cada domingo en casa de la familia van a hacer comentarios antipáticos, quizá haya que decidir si dejar de ir o poner las cosas claras.

“Mejor una vez roja que ciento amarilla”

“Ese niño toma la teta de vicio” te dice tu cuñada cigarrillo humeante en la boca delante de los bebés. “Pues pásame el cigarro para que se lo meta en la boca, porque mejor que no se pueda contener de fumar a que siga mamando a una edad normal”. Habrá bronca y seguramente termines siendo la culpable, pero hay veces, en la defensa, hay que aplicar lo de “mejor una vez roja que cien amarilla”.

Resumidamente, puedes decirle a cualquiera, y siendo más fina, que puesto que criais a vuestros hijos de forma tan diferente y que tu tienes la educación de no decirle lo que piensas sobre lo que hace, le agradecerías la misma consideración. Si después de eso sigue, ya decides, o los ignoras o sacas la artillería.

Normalmente después de dos o tres cortes secos, suelen terminar por dejarte por imposible y se limitarán a ponerte verde a tus espaldas que molesta mucho menos. Hay personas con las que es la mejor solución.

“Si, pienso darle hasta que tenga bigote“. ¿Qué os van a decir si repondéis eso?

Asertividad

Hay formas más asertivas y seguramente más eficaces de encarar estos problemas. Con seguridad explicas que tomas tus decisiones muy informada. Sin atacar, ni enfadarte, ni sufrir, informas de tus límites, y puedes remarcar que tanto como tu respetas sus parcelas serás también respetada por ellos. Respetas que tenga otra opinión sobre tu crianza pero vas a seguir haciendo tus elecciones como hasta ahora. La verdad, sin más.

Si les interesa de verdad el tema les puedes pasar todos los documentos de la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Española de Pediatría y todas las revistas científicas que quieran. Cuando se los lean, podéis hablar del tema, pero hasta entonces vas a tomar tus propias decisiones y hablaréis de otros temas. Informa, no discutas.

La decisión es vuestra y la ciencia está de vuestra parte

Hay que marcar nuestro territorio sin morder, pero sin dejar que nos muerdan, o pronto los tendremos removiendo en nuestros cajones o decididiendo sobre vuestras vidas.

Es sencillo, sobre vuestros hijos la decisión es vuestra, y además, estáis muy seguros e informados de lo que estáis haciendo. Si tenéis aplomo, seguridad en vosotros mismos y ambos miembros de la pareja sabéis crear un frente común cara al exterior, las cosas mejorarán.

Habrá quien no quiera aprender nada sobre lactancia aunque os critique, habrá quien nunca os respetará, pero, al final, mejor que piensen que eres una bruja a que traten como una niña o como un monigote. Seguridad y confianza, saber poner límites a esos adultos que no los conocen y tener claro que nadie tiene derecho a tratarte mal.

Me gusta lo de poner límites a esos adultos que todo el tiempo dicen que hay que poner límites a los demás cuando ellos no saben ponérselos a ellos mismos.

En realidad, todos estos consejos valen para los padres en cualquier otra circunstancia de la crianza o la educación de sus hijos que afronten informados y respetando a los niños, pero en la lactancia materna tiene una base muy sólida: como afirma el pediatra Carlos Gónzalez en su libro Un regalo para toda la vida:

No existe ningún límite a la lactancia materna. No hay ningún motivo médico, nutricional ni psicológico por el que haya que destetar obligatoriamente a determinada edad.

Autora: Mireia Long

2 comentarios:

Rosana dijo...

Mi hija pequeña ha mamado hasta los 5 años y medio. Durante este tiempo he podido escuchar todo tipo de comentarios y he dado explicaciones cuando la otra persona estaba dispuesta a escucharlas. Cuando no era así, directamente pasaba de malgastar mi tiempo y mis energías, no me importaba porque estaba más que segura de mi decisión y mi hija sabía que no estaba haciendo nada malo. Porque eso a mi parecer es lo peor de los comentarios, lo hirientes que pueden resultarles a las criaturas.

misspegotty dijo...

Aunque yo seguramente seré de las q sonría y lo deje pasar, creo q la mejor respuesta para alguien q se pase de la raya o sea muy pesado, es que primero se informe y después discutremos. además me gusta añadir q l medicina ha avanzado mucho, xq, a q nadie se le ocurre utilizar sanguijuelas para curarse?